Una vez sufrido el ictus, la rehabilitación se convierte en un paso básico para el paciente y es muy importante comenzarla lo antes posible, ya que los mayores avances se producen en los seis primeros meses tras producirse el daño cerebral. Una vez pasado este margen, los resultados obtenidos serán progresivamente más pequeños hasta el primer año.
Después de esta fecha la situación se considera estabilizada, los avances serán menores pero con una buena rehabilitación serán progresivos y sobre todo encaminados a evitar en la medida de lo posible compensaciones en los movimientos.
Por esta razón, insistimos en que la rehabilitación no consigue “curar” las secuelas producidas por el ictus sino que su objetivo es paliar los déficits adquiridos, otorgar al paciente nuevos métodos para afrontar el día a día y facilitar su reintegración social. En definitiva, busca que aprendas a vivir con sus efectos de la mejor manera posible.
La duración la rehabilitación, que podrá ser física, cognitiva y lingüística dependerá de la gravedad del daño cerebral sufrido y de las secuelas en el paciente. Entre sus consecuencias más frecuentes se dan problemas en el habla, musculares, de sensibilidad o de percepción espacial.